lunes, 14 de diciembre de 2015

La cuerda floja

Cuántas veces la vida nos coloca en el centro entre el camino fácil, el no tan fácil, el complicado y el imposible. Cuántas veces nos coloca entre la estabilidad y el desequilibrio. Cuántas veces nos da la oportunidad de elegir entre andar sobre suelo firme o caminar por la cuerda floja. Cuántas.

Hay valientes que optan por los caminos adversos, los callejones sin salida o esos en los que la única salida es atravesar un muro de acero. Pero les merece la pena por el simple hecho de disfrutar de cada metro antes de llegar al final y porque, aún teniendo conocimiento de ese muro que incluso ya se divisa a lo lejos, la felicidad que te va aportando el trayecto compensa. Es como una dulce introducción al caos, que conlleva la pérdida del sentido común, que hace que tu imaginación desnude las distancias y te conviertas en funambulista de emociones, caminando por una cuerda sin sostén.

Pero hay que hacerlo Intentar lo imposible, transformarlo en improbable y hacer de esa improbabilidad el más bello intento por lograr. Ese es el límite.


martes, 15 de septiembre de 2015

Sin(sentí)do

Que el invierno llegue. Con prisa. Que no se demore. Que no sólo cubra las aceras. Que la lluvia no sólo cale en el asfalto, y que el hielo penetre en mi reloj congelando las manecillas.
Que enfríe. Que enfríe de verdad. Que equilibre la desestabilidad, la dixlesia emocional. Que esclarezca lo abstracto.
Pero, sobre todo, que traiga la paz y se lleve ese sinsentido común, el sentido absurdo de la vida, ese que entró en su vida sin esperarlo, sin buscarlo, y que fue el culpable de coger vuelos directos sin escala y sin saber muy bien donde aterrizaban. Bueno, en realidad sí que lo sabía. Lo sabía muy bien. Pero no pudo parar a tiempo. Vuelo kamikaze lo llamaba.
Es lo que tiene dejarse llevar. Que sí, que sí, que suena muy bien. Pero a veces la llevada deja huella. Y claro.

Invierno, convierte en gusanos de seda las mariposas. Y no al revés. Una metamorfosis perfecta.

jueves, 13 de agosto de 2015

Tic, tac.

Hierba seca y montones de paja... es lo único que alcanzo a ver desde mi incómodo asiento azul del autobús. Supongo que ese paisaje no es suficiente para abstraerme de mis pensamientos, así que pienso. Y me doy cuenta de que no quiero avanzar ni un puto kilómetro más y que he comprado un billete con destino al fin de mi verano. Para colmo, mi móvil comienza a reproducir "Let her go" lo que me lleva a  recordar las últimas horas del verano... las más efímeras y las más intensas. Logro traducir que todo lo que te ilusiona, tus deseos, llegan despacio y se van rápido, cosas que nunca llegan para quedarse, o para que tú no te quedes en ellas.

Así que lo único que me queda para rellenar el vacío que me dejan las despedidas es contar. Una cuenta atrás de kilómetros, una cuenta atrás de días... Un constante tic, tac.


Esto es lo que a mi mente le da por pensar y a mi mano por escribir  en un trayecto Málaga-Córdoba, es decir, en un corto espacio de tiempo. Probablemente cuando me levente mañana no piense nada de esto y estaré encantada de volver a empezar con ganas todo lo que dejé atrás antes del verano. Pero siempre me gustará releer lo que escribí un 12 de agosto de 2015 y recordar que en un mismo día toqué cielo, mar y suelo.

jueves, 2 de julio de 2015

Esta vez fue lunes...

D.euterofobia  I.maginación  F.icción  I.nexistencia C.ambio  I.rrealidad  L.ímite

martes, 12 de mayo de 2015

Licencia para soñar.

“Primero la obligación y luego la devoción”, dicen. Pero, ¿hasta qué punto debe ser esto así?. ¿Hasta que punto debemos de sacrificar nuestra mente, nuestro tiempo, nuestras horas de sueño?. En mi minuto de “exilio espiritual” de hoy he llegado a la conclusión de que no es beneficioso estar demasiado implicados en la rutina, envueltos en una presión constante de obligaciones y esfuerzos, a menudo, sin recompensas con carácter inminente.
En mi caso, he tomado medidas y he sustituido mis “casi” y mis “pero” por mi “hoy” y mi “soy”. He cambiado el hecho de abalanzarme a precipicios y he comenzado a entrenar saltos de altura para que la presión al subir sea realmente gratificante. He cambiado mis suspiros al aire por dos buenos pies en el suelo y mi mente divergente en las nubes.


Y, es que, he vendido mi yo adulto y he comprado una nueva licencia para soñar.

sábado, 14 de marzo de 2015

Y, de nuevo, escribir.

Con eso de que estamos en plena víspera primaveral me ha dado por remover ese caos incontrolable que es mi mente. Y escribir.
Supongo que después de este "stand-by" ha regresado mi inspiración. No la física, pero sí la que se refleja en.... bueno, entre rectángulos.
Intenté parar, lo juro. Pero ya ni la música me amansa, ya no amansa a esa indomable fiera que vendió su alma, y a la que ya no se cómo curarle la lágrima que se le atascó en la retina al vernos romper los esquemas de los que creen en la imperfección de manera caóticamente perfecta.

Y, a estas alturas, creo que ya no busco una solución. Tan sólo trato de encontrar la manera de no pasarme el resto de mi vida pidiendo el mismo deseo a todas mis pestañas.

lunes, 29 de septiembre de 2014

Martes.

Era un martes del mes de junio, ya no recuerdo cuál. El sol brillaba en lo más alto del cielo... justo a la inversa de donde yo parecía encontrarme. 

Ha pasado algún martes que otro más y ya estoy lista para escribir sobre aquello. Pasaron los meses y comprendí cosas que incluso era mejor no comprender, pero lo hice. Y supe que te idealicé, idealicé el "nosotros" cuando ese "nosotros" ni siquiera existió. ¿Llegar a conocerme? Eso supongo que jamás. Si lo hicieras, te darías cuenta de que ni las olas del mar de agosto lograron que olvidara ese martes, sabrías que Hemicraneal es el título de mi canción favorita, que no me creí ni una sola de las palabras de aquella última conversación y que ese día, ese martes, fuiste el trece de mi martes.

Y bueno, supongo que no hubo un final concreto, que tan solo desistimos de insistir y de tirar de la cuerda por el extremo equivocado. 

Y es que, si te fijas, nunca fuimos del todo enemigos. Tal vez nuestro "siempre" duró demasiado poco y los "ojalas" han dejado de cumplirse por falta de ganas y corazón, si es que lo tienes. Y es que, si te sigues fijando y adentrándote entre mis pensamientos, verías que ya no soy capaz de abrirte en canal para hacerte creer que había algo más allá de todo lo superficial. Y es que, nunca fuimos del todo amigos y las canciones siempre son una escusa para acordarme de nuestro "nosotros".

Y ahora que el silencio ha llamado a nuestra puerta y las páginas del calendario pasan de una en una sin sin ti... ¿Ahora qué?

Cuanto puede cambiarlo todo un martes, ¿eh?