jueves, 13 de agosto de 2015

Tic, tac.

Hierba seca y montones de paja... es lo único que alcanzo a ver desde mi incómodo asiento azul del autobús. Supongo que ese paisaje no es suficiente para abstraerme de mis pensamientos, así que pienso. Y me doy cuenta de que no quiero avanzar ni un puto kilómetro más y que he comprado un billete con destino al fin de mi verano. Para colmo, mi móvil comienza a reproducir "Let her go" lo que me lleva a  recordar las últimas horas del verano... las más efímeras y las más intensas. Logro traducir que todo lo que te ilusiona, tus deseos, llegan despacio y se van rápido, cosas que nunca llegan para quedarse, o para que tú no te quedes en ellas.

Así que lo único que me queda para rellenar el vacío que me dejan las despedidas es contar. Una cuenta atrás de kilómetros, una cuenta atrás de días... Un constante tic, tac.


Esto es lo que a mi mente le da por pensar y a mi mano por escribir  en un trayecto Málaga-Córdoba, es decir, en un corto espacio de tiempo. Probablemente cuando me levente mañana no piense nada de esto y estaré encantada de volver a empezar con ganas todo lo que dejé atrás antes del verano. Pero siempre me gustará releer lo que escribí un 12 de agosto de 2015 y recordar que en un mismo día toqué cielo, mar y suelo.