martes, 15 de septiembre de 2015

Sin(sentí)do

Que el invierno llegue. Con prisa. Que no se demore. Que no sólo cubra las aceras. Que la lluvia no sólo cale en el asfalto, y que el hielo penetre en mi reloj congelando las manecillas.
Que enfríe. Que enfríe de verdad. Que equilibre la desestabilidad, la dixlesia emocional. Que esclarezca lo abstracto.
Pero, sobre todo, que traiga la paz y se lleve ese sinsentido común, el sentido absurdo de la vida, ese que entró en su vida sin esperarlo, sin buscarlo, y que fue el culpable de coger vuelos directos sin escala y sin saber muy bien donde aterrizaban. Bueno, en realidad sí que lo sabía. Lo sabía muy bien. Pero no pudo parar a tiempo. Vuelo kamikaze lo llamaba.
Es lo que tiene dejarse llevar. Que sí, que sí, que suena muy bien. Pero a veces la llevada deja huella. Y claro.

Invierno, convierte en gusanos de seda las mariposas. Y no al revés. Una metamorfosis perfecta.