martes, 12 de mayo de 2015

Licencia para soñar.

“Primero la obligación y luego la devoción”, dicen. Pero, ¿hasta qué punto debe ser esto así?. ¿Hasta que punto debemos de sacrificar nuestra mente, nuestro tiempo, nuestras horas de sueño?. En mi minuto de “exilio espiritual” de hoy he llegado a la conclusión de que no es beneficioso estar demasiado implicados en la rutina, envueltos en una presión constante de obligaciones y esfuerzos, a menudo, sin recompensas con carácter inminente.
En mi caso, he tomado medidas y he sustituido mis “casi” y mis “pero” por mi “hoy” y mi “soy”. He cambiado el hecho de abalanzarme a precipicios y he comenzado a entrenar saltos de altura para que la presión al subir sea realmente gratificante. He cambiado mis suspiros al aire por dos buenos pies en el suelo y mi mente divergente en las nubes.


Y, es que, he vendido mi yo adulto y he comprado una nueva licencia para soñar.

No hay comentarios:

Publicar un comentario