lunes, 14 de diciembre de 2015

La cuerda floja

Cuántas veces la vida nos coloca en el centro entre el camino fácil, el no tan fácil, el complicado y el imposible. Cuántas veces nos coloca entre la estabilidad y el desequilibrio. Cuántas veces nos da la oportunidad de elegir entre andar sobre suelo firme o caminar por la cuerda floja. Cuántas.

Hay valientes que optan por los caminos adversos, los callejones sin salida o esos en los que la única salida es atravesar un muro de acero. Pero les merece la pena por el simple hecho de disfrutar de cada metro antes de llegar al final y porque, aún teniendo conocimiento de ese muro que incluso ya se divisa a lo lejos, la felicidad que te va aportando el trayecto compensa. Es como una dulce introducción al caos, que conlleva la pérdida del sentido común, que hace que tu imaginación desnude las distancias y te conviertas en funambulista de emociones, caminando por una cuerda sin sostén.

Pero hay que hacerlo Intentar lo imposible, transformarlo en improbable y hacer de esa improbabilidad el más bello intento por lograr. Ese es el límite.


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