Y,
de nuevo, ocurre. Otra vez esa sensación que aflora. Más que
aflorar siempre ha estado ahí... solo que viene y va. Por más
kilómetros que se aleje, siempre regresa. Como un boomerang.
Y
vuelta a empezar. Vuelta a las noches en vela, a la destrucción.
Vuelta
al precipicio. A no dejarme caer cuando realmente vivo en esta caída
libre. Cuando esta caída libre es mi hogar.
Vuelta
a anclarme, encadenarme. A este caos incontrolable.
Mi
sitio es caer. Descarrilar.
Esta
caída libre, que viene y va, es mi hogar.
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