miércoles, 12 de febrero de 2014

De repente.

De repente en las alturas.
De repente en tu cintura.
De repente un beso.
De repente estos versos.

De repente, vivo en más poemas que en mi propio cuerpo.
Me he subido a trenes con destinos donde, supongo, nadie me esperaba. Pero nunca bajé. Nunca supe hacerlo.
De repente, mi corazón  pasa por más colores que gamas tiene un círculo cromático.
Y fue entonces cuando, de repente, fui la piedra donde tropezabas, que no supo bajar del tren. Pero, esta vez no se equivocó de parada. Y aquí estamos, tu y yo, sentados en un mismo vagón.

De repente, ya no tengo miedo a los trenes, desde que viajas conmigo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario